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La doctrina del Feng Shui es aplicable a la totalidad de nuestro hogar. Hasta ahora hemos analizado la decoración de varios lugares así como la ubicación de algunas de nuestras estancias. Cada habitación tiene sus elementos característicos, pero hay algo común a todos ellos, la pared y los colores que se emplean en cada una.
A la hora de pintar las paredes, esta doctrina asiática emplea un gráfico, llamado Pa Kua o Bagua, que asocia los diferentes colores a diversas características de nuestra vida y a los elementos que podemos encontrar en la tierra. El gráfico Pa Kua ejerce una poderosa influencia en creencias milenarias chinas y el Feng Shui no es ajeno a ello. Como podemos ver en la imagen que acompaña a estas líneas, cada color se asocia a diferentes características. Así, encontramos que hacen referencia a un punto cardinal (Norte, Sur...), a elementos de la tierra (fuego, agua...) e incluso a factores que nos afectan (fama y reputación, conocimiento...).
Cada color ejerce su influencia en el Chi o flujo de energía, el punto clave de la filosofía Feng Shui. El objetivo es mantener un equilibrio en nuestra casa y, para ello, deberemos tratar de mantener todos los elementos de la tierra en su debida medida. Ya sea con elementos decorativos o empleándolos en el color de las paredes como es el caso que nos afecta.
En nuestra habitación, por ejemplo, deberemos evitar elementos como el fuego ya que buscamos el descanso, por lo que en las paredes no emplearemos el rojo. En su lugar, nos decantaremos por colores pasteles suaves que aporten descanso y tranquilidad. Combinar los tonos verdes y amarillos suaves, que son los que hacen referencia a la familia, pueden ser una buena opción. El amarillo o el beige también son adecuados.
En cuanto al salón, los colores que nos aporten energía son los más apropiados. Así, un rojo no muy fuerte, el blanco y el oro o el verde, son los más indicados según el Feng Shui.
El cuarto de baño, al ser un lugar en el que el elemento agua está muy presente, se tratará de seguir este elemento y utilizar el color asociado al mismo, es decir, el azul. Además de los tonos azulados, también podemos emplear el verde, teniendo en cuenta en ambos casos que deben ser tonos suaves. También podemos usar un rojo suave u otros tonos pasteles que aporten luz a la estancia.
Por último, tenemos la cocina. En este lugar de nuestra casa hay dos elementos muy presentes: el fuego y el agua, por lo que deberemos usar con cuidado los colores asociados a los mismos para no sobrecargar la estancia. Así, lo más recomendable es evitar emplear los rojos y azules en las paredes, si acaso se podrán emplear en diferentes elementos como los armarios, pomos... siempre en su justa medida. Los más aconsejables en los muros de la cocina son los tonos asociados al elemento tierra como el amarillo, el beige o el verde. También es adecuado el blanco, ya que nos da sensación de tranquilidad y amplitud además de potenciar la luz natural.
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